jueves, 21 de febrero de 2008

La mujer cosificada

Creo que el hombre siempre ha sido un ser fácilmente alienable, primero por las religiones y más tarde por el consumismo, sin lugar a dudas y como la mujer siempre estuvo separada de estos ámbitos opino por tanto que no es tan sencillamente alienable.

La religión ha llegado a plantearse si como féminas tenemos alma o no (alguna lectura sobre esto no tiene desperdicio), en cuanto al consumo, hasta hace pocas décadas, el consumo femenino servía en muchas ocasiones para demostrar el status del marido y bien...¿por qué nos dejamos ahora cosificar?.

Si hemos sido seres puros en ese sentido (no soy amiga del término pureza pero es lo mejor que se me ocurre ahora mismo) ¿por qué corrompernos ahora?, ¿por qué ser alienables ahora?, hemos estado separadas por ellos mismos, que nos han marginado, ahora que tenemos el poder de la palabra y sobre todo, el de la cultura y que podemos itroducirnos en todos esos espacios que nos han sido negados, ¿para qué intentar hacer lo mismo que los varones, sus mismos errores?.

Creo que la mujer se encuentra en una etapa prolífica, para su mente, para su espíritu y sobre todo para su sexualidad y manera de amar, no sigamos pues, los dictámenes de "ellos", de ese "sexo fuerte", ya que al fin y al cabo, la fortaleza siempre ha sido menos que la inteligencia, ya que es la inteligencia la madre de la fortaleza.

Podemos ser parte del sexo fuerte pero somos...el sexo inteligente (no es que ellos sean menos inteligentes, pero han optado por la fuerza, no se puede tener todo ¿no?). Cosificarse implica el vaciado espiritual, emocional y erótico para rendirse a lo compulsivo, a lo dictado por seres ajenos a nosotras.


Miriam Couceiro Castro.